viernes, 18 de enero de 2013
Algo de hace mucho tiempo nos iguala, algo que se nota en las mañanas y es cuando se siente una extraña fortaleza frente al extraño asuntito de la muerte. Cuantas cosas nos enseña, pero ante todo esa poética de la existencia frente a lo irremediable, que acepta como las penas que con el tiempo se te fueron acumulando y que todas para serlo tienen que ver con los afectos y sus huesos rotos.
Fernando Giraldo te nos fuiste aquella mañana , ya por fin habías encontrado tu descanso del otro lado del movedizo puente de la vida, aquel día el cielo también te lloro larga y torrencialmente tanto como este extraño llanto con regocijo que nos provoco tu nueva realidad de quietud y abnegado silencio. El niño travieso se nos escondió esta vez entre las brumas del más allá, desde allí nos miras con la intención de tendernos una mano cuando sea realmente necesario. Ahora tus poesías nos cuentan de tus extenuantes jornadas al borde del final, volabas al confín de tu lógica y en aquel inimaginable limite, entregabas tu espíritu a la benevolencia de tus visitantes…beberemos de estas palabras por que hoy convocamos tu lustrosa imagen , el manantial vívido de cristalina congoja, hoy, aquí, callados en tu nombre y encallados en lo mas duro del duelo, te creemos hablando pausadamente de todos con Dios, señalando a cada uno y contándole al oído las hazañas de tus mas allegados, tal vez inmerso en estas palabras y en las gentiles presencias que convocan tu dicha eterna, sabremos de tu lustrosa vida y tus enseñanzas para siempre…para siempre
Es tarde ahora para remediar los incumplimientos de la febril materia, sabemos que a cada uno de los presentes esperaste en el dintel fulgurante de alguna tarde en que te creías ya muerto y hasta en la cresta de tus delirios te fue posible convocarnos para estrechar tu espíritu con el nuestro en amorosa paz amasando un recuerdo fiel a tu destino, ya para entonces definitivo y asimilado con creces y extremada valentía… y cómo creses en nuestros corazones desde tu ausencia hermano de la luna que fulguraste tanto y con tan poco tiempo entre nosotros.
miércoles, 15 de junio de 2011
52 MILLAS AL NORTE
A mis ventanas
y su empeñoso mirar.
Todo suena tan inestable que el hueco que lo espera
teme ser rebosado de insignificancia
por lo pronto, la ventana
la única retina que asume lo cotidiano con rectangularidad y honradez,
sin que ningún párpado humedezca lo que su empeñoso mirar registra
Son heroicas mis ventanas
porque con el tiempo han aprendido a mirar para adentro
Mirarme
siendo ya demasiado para una pobre y aguzada ventana,
aún así sospecho que lo hacen con dulzura,
con autoridad pública y desapremio
admiro su silencio, su solicitud y puntualidad
para defenderme del escalofriante panorama de una ciudad cada vez más desconcertante y afrentosa.
JUAN SALAZAR NY
invierno del 94.
lunes, 19 de julio de 2010
Me permito en tus mejillas casa de Lucy
Mansión de veraneo con balcón hacia la campiña, que apunta ciegamente hacia una estrella bien nublada
Pensé en las mañanas de la mansión y en ese olor a hierba recién podada poblando todo el cuarto de Lucy
La luz que muerde los ladrillos e ilumina ferozmente la hiedra que se empecina en los bordes de aquel abismo
Así Lucia la casa
En el jardín efervescente, la tarde y sus columnas vertebrales demolían recuerdos de gran dulsura.
La casa es una iluminación a obscuras que gravita en la memoria de Lucy y yo
Esos días de la avenida C…obscuros…luminosos, ancestrales
Las personas daban vueltas como en un carrusel y unas suben y otras bajan, como burbujas van quedando los rostros de algunas noches memorables, lluvia de estrellas y poetas al son de la hierva…buena
Otros son fugitivos de otras casas, que se quedaron cerca de muchas cosas que a veces quedan grandes
Como las visitas a montones o los montones de anfitriones ajenos a sus casas
Así se van quedando las confianzas aletargadas en un rincón, sintiendo, acumulando infracciones para poder regresar y continuar la visita postergada cada vez… y cada vez había una vez, y la poesía todo lo poseíe, su ingravidez se agravaba de sensatez , y aquí voy.
Porqué la casa de Lucy, censillo por que allí por lo regular me escapaba para tomar un descanso de las agotadoras faenas de puerta diez, a todos me les perdía y nadie, pero nadie sabia adonde estaba el anfitrión. Era deliciosa aquella franquicia para mi espiritu, una distracción gratiuita que me permitia sustraerme de todo aquello para recapitular olgada y gososamente en aquella tranquilidad